«Belleza, bien y verdad» son las tres paradas de un trayecto circular que los filósofos han estado recorriendo a lo largo de la historia. Junto a ellos querían que viajara en bucle el resto de la sociedad, que debería estar atenta a sus pensamientos, sus gestos y sus consejos. Ahora bien, ¿por qué estas ideas son las que deben definir nuestras preocupaciones? ¿Por qué no explorar territorios diseñando nuevos trayectos y líneas de pensamiento? ¿Por qué no se exponen los filósofos a pensar desde aquellos lugares que les son ajenos, inoportunos, inciertos, cotidianos y desordenados? ¿Por qué tú, lector, no te atreves a pensar desde fuera de lo establecido? Los filósofos se olvidaron de escribir para todos, no solo para los iniciados; se olvidaron de que pensar lo ya pensado no servía para entender ni transformar el mundo. Se olvidaron de que la sociedad y la realidad están vivas, y de que sus horizontes se amplían hasta alcanzar lo aún no concebido ni dicho. Debemos, pues, recorrer esos territorios por pensar para diseñar un nuevo mapa conceptual para el siglo xxi.