La filosofía en tono menor es un amable y refrescante texto que se adentra, de forma serena pero implacable, en cuestiones complejas —e íntimamente vinculadas entre sí— de la filosofía. Su autor muestra, con claridad, dos modos de proceder en filosofía, que a veces se fusionan y a veces resultan inconciliables: el del filósofo institucionalizado, severo y excluyente a priori, sistemático y oracular (exponente del tono mayor) y el del libre pensador (voz en tono menor). Sin embargo, no cae en la defensa a ultranza del librepensamiento anárquico, contrauniversitario; mantiene, por el contrario, una saludable posición intermedia: reconoce la importancia de la institución, pero denuncia sus excesos.
En el texto también se presenta un pequeño grupo de pensadores exponentes del tono menor y, al final, un diálogo del autor consigo mismo o con una suerte de doble, en el cual se problematizan los propios puntos de vista; es una apertura deferente con el lector, bastante lúcida y sugerente, un claro ejemplo de la sutil potencia del tono menor en filosofía, pues el libro mismo es una expresión de este tono, y como tal, “deshincha el concepto” y “desinfla, al mismo tiempo, la verdad con mayúscula”.