Esta es una obra que incita al lector a redescubrir el sentido originario de lo público. Plantea que las instituciones escolares, como ámbitos para la construcción de la ciudadanía, no deben obedecer a los poderes, sino ser sus interlocutores legítimos. Para el autor, la escuela pública ha perdido su ancestral función social y se ha supeditado ahora a una función económica.