Nos encontramos en la ciudad de Iquique, en la primera década del siglo XXI. Sin embargo, no es difícil abstraerse del presente al recorrer sus calles y recovecos, el sol y el fresco aire marino recorren el entramado de casas bajas, la bella arquitectura que nos recuerda el apogeo del puerto en la época del salitre, o el tejido de bares clásicos que se extienden por sus paseos y distinguen claramente la ciudad.
El protagonista, es un periodista que se encuentra con su padre de quien ha vivido separado, por lo que solo tiene algunas referencias de su pasado. Luego de ese primer encuentro, decide investigar sobre la vida de su progenitor, y en aquella incursión comienza a descubrir una galería de personajes, todos de una misma generación y sobrevivientes de un pasado oscuro y aterrador.
A medida que avanza la novela, el narrador va descubriendo pasajes de su propia historia a través de la distante pero sincera relación con su padre, quien falsificaba documentos de identidad -y en consecuencia muchas personas pudieron salir del país cuando se dejó caer la infamia-. El narrador también va conociendo los horrores de la tortura en el Campo de Concentración de Pisagua y los cómplices pasivos de ésta, como los periodistas detrás de los montajes para la prensa que informaba del campo de concentración