El libro se divide en dos capítulos. En el primero, El mapa de los movimientos antisistémicos de América Latina, Carlos Aguirre sostiene la presencia de tres actores importantes en América Latina: la derecha que defiende el neoliberalismo, los movimientos sociales antisistémicos y anticapitalistas junto a las nuevas izquierdas vinculadas a ellos y los gobiernos progresistas. De esto deriva un permanente conflicto entre las burguesías transcionales y burguesías nacionales de cada país de América Latina, que además de sostener la inestabilidad en la región, permite que las clases populares se aparten paulatinamente de la política sistémica, dejando de concebir al Estado como medio de alcanzar sus metas y optando por proyectos genuinamente revolucionarios.
Tras revisar los perfiles que hacen a los movimientos sociales realmente antisistémicos, pasamos al segundo capítulo, La cuestión indígena y los movimientos indígenas en México y en América Latina. Aquí Carlos Aguirre se refiere a la especificidad indígena presente en numerosas organizaciones de América Latina, comenzando por el movimiento zapatista y su última iniciativa: la candidatura presidencial de una mujer indígena, Marichuy.