Desde el primer epígrafe, este libro de Biviana Hernández, titulado Embargos, nos anuncia que estamos ante una disolución. La vida se disuelve o va a disolverse inexorablemente. Y esto es absolutamente cierto desde el punto de vista de la muerte. De modo que –desde un comienzo– estamos notificados de esta crónica poética de la desaparición. Ahora bien, el ámbito en el que nos moveremos es el cuerpo humano: “en el cráter de su entrepierna / respira una mucosa”, leemos apenas nos asomamos al conjunto. Entendemos que la cosa será fuerte ya que la imagen prefigura un volcán. Y más con esto: “una mucosa que acuchilla / blindada”. Nos enteramos además que esta historia se ha iniciado y se ha desarrollado con el tiempo, el crecimiento y el paso de los años, con profundos vacíos y con la presencia de la muerte, de la que se huye pero que igualmente se busca y llama. Suprema contradicción que alumbra toda poesía de calidad. Y la de Biviana Hernández es una de ellas.
En su visión, nuestra poeta sabe incorporar a su experiencia metafísica la trayectoria social latinoamericana: “mi violencia fue nutrición / popular”, nos dice, y redondeando la idea: “estirpe original / de la derrota”. Por lo que una situación lleva a la otra. Estamos condenados al fracaso y al sufrimiento desde el momento en que nacemos: “alumbramiento con / fórceps / hemorragia y coágulo”. Luego viene una serie de poemas cortos, enhebrados en un par de páginas seguidas (mas no solitarios, sino lanzados en el blanco de la pulcra hoja como ocurre en la mayoría del libro), para proseguir con la muerte rondando: “escrutinio [ post mortem]”, que de pronto insinúa un tono neobarroco alrededor de una cirujía: “aja lisia agria / cauteriza el corte”. Tratándose de una experiencia que permite explayarse en un fresco coloquialismo: “¿leche evaporada o crema inglesa? / el queso maduro de una vaca / simmental”. Y así llegamos a una suerte de Arte Poética que nos brinda una oscura y, no obstante, preclara dicción: “anota la síncopa del enunciado / borda impasible / la soga del ahorcado”