Macabros. Historias de asesinos despiadados que intentaron el crimen perfecto, de César Biernay Arriagada, reúne siete crímenes que en distintas fechas estremecieron a la sociedad chilena, debido a lo espeluznantes y a las dificultades que, en cada caso, se presentaron al esclarecerlos. En este último sentido se diría que sus hechores estuvieron a punto de alcanzar el ideal del crimen perfecto. Afortunadamente no fue así gracias a la dedicación y pericia de quienes los investigaban, a las que muchas veces se sumaron una pertinente dosis de azar e intuición policial. Los relatos son narrados con un riguroso apego a los hechos, hurgando acuciosamente en todos los documentos posibles de encontrar, incluyendo los expedientes judiciales de cada caso. Al igual que una serie de thriller, en ningún momento pierden su amenidad y nos transmiten la sensación que esos horrorosos crímenes recién ocurrieron y que el proceso investigativo se revelará ante nuestros ojos mostrando tanto sus pasos en falso como los que, por fin, llevan a su justo destino. El secreto quizá esté en que el narrador multiplica la perspectiva tomando en cuenta el punto de vista del victimario, de la víctima y el de la investigación policial.