El cuento de Monterroso -escritor guatemalteco que recibió en 1996 el Premio Juan Rulfo- que da el nombre a la obra, refleja con la estupenda distorsión de su pupila humorística, algo de su experiencia como exiliado en Chile. Sus relatos, que reflejan su finura y precisión, pueden dejar al lector con las mandíbulas fatigadas de tanto reír o con una sensación de profunda melancolía, o las dos cosas juntas.