Son las 11 de la mañana y Pierre Delhomeau, abogado, avanza a 150 km/h por la carretera hacia Rennes. Espera llegar a almorzar con Mortreux antes de dirigirse juntos a alegar un caso en tribunales. Esa misma mañana ha salido de París, el paso de la lluvia se deja ver en el camino, y el olor a pasto mojado ha traído a su memoria el recuerdo aún tibio de un viejo amor de adolescencia, mientras su cabeza no puede dejar de debatirse en torno a Hélène, con quien piensa que la relación se ha tornado insostenible, y aquella carta que finalmente ha decidido no entregar. Cuando toma la curva del cruce conocido como La Providencia, el auto ha bajado la velocidad a 140 km/h. Mil ideas pasan por su cabeza. No sabe, sin embargo, que un camión de congelados ha tomado la curva en la dirección contraria, y que, a dos tercios del viraje, un conductor imprudente intentará pasar entre ambos vehículos antes de quedar detenido en mitad de la carretera. Bastan sólo unos segundos para que el accidente ocurra, pero esos segundos elásticos, que se dilatan y se vuelven a contraer en la pura materialidad de los hechos, son el inicio de un profundo viaje a través de la vida, los recuerdos y las aspiraciones de Pierre Delhomeau. En esta novela, adaptada al cine en 1970 por Claude Sautet con interpretaciones de Michel Piccoli y Romy Schneider, Paul Guimard nos lleva a través de las profundidades del alma humana, mostrándonos, con humor, ternura y un afinado sentido de la tragedia, la belleza y la fragilidad de las cosas de la vida.