Kafka tenía veintinueve años en 1912, cuando en las noches entre el 18 de noviembre y el 6 de diciembre escribió La metamorfosis. El autor consideraba humorístico este relato. Y en efecto, ¿cómo podríamos considerarlo trágico, o siquiera patético? Esta transformación en insecto no es algo que le pase a la gente, no es un "caso" que haya que explicar. Es algo que pasó una sola vez, lo que los astrofísicos llaman una "singularidad", como el Universo. Con ella no se puede hacer otra cosa que contarla.