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Hugo Fazio R.

Indignación. Causales socioeconómicas

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Una característica saliente a nivel global del año 2011 y comienzos de 2012 fue las grandes movilizaciones ciudadanas. En Chile, jornadas sociales tan grandes como las vividas en esos meses tienen escasos precedentes. En el mundo, los hechos desencadenantes de las movilizaciones fueron muy variados, pero para el 15 de octubre de 2011 las diferentes acciones en distintos países buscaron unirse globalmente al convocar los indignados españoles a una jornada universal con la consigna de “unidos por un cambio global”. Frente a problemas mundiales se requiere de respuestas y movilizaciones globales, que tengan en cuenta las particularidades nacionales. Es el ejemplo dado con los Foros Mundiales efectuados con la consigna “Otro mundo es posible”. Para lograrlo es necesario que este accionar salte cualitativamente y sea capaz de conducir a superar, a lo menos, algunos grandes desequilibrios y contradicciones del mundo actual. El problema que subyace detrás de la indignación es la gran desigualdad existente en el mundo. El director de la Organización Internacional del Trabajo, Juan Somavía, llama la atención acerca de que “el capitalismo ha atravesado otras crisis de legitimidad, pero esta no tiene precedentes: la desigualdad es enorme. Hoy –escribió al comenzar el año 2012– 61 millones de personas poseen una riqueza equivalente a lo que logran reunir 3.500 millones de personas. (…) uno de cada tres trabajadores, unos 1.100 millones, está desempleado o vive en la pobreza” (06/02/12). Ejemplos similares abundan. ¿No constituyen causales poderosas para que se exprese la indignación? ¿No exige que el descontento pueda pasar a una etapa superior, levantando políticas para transformar este estado de cosas?

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