La historia de José Darío Valenzuela es la de un padre demasiado ejemplar para ser real. Su hijo la relata con un esdtilo descarnado, recreando la atmósfera social e íntima de una familia extendida del Barrio Estación de Rancagua entre 1960 y 2009, donde se cruzan identidades mineras y agrícolas de una provincia dulce y ácida.