En América Latina existen muchos movimientos sociales pero, junto a ellos, superpuestos, entrelazados y combinados de formas complejas, tenemos sociedades otras que se mueven no sólo para reclamar o hacer valer sus derechos ante el Estado, sino que construyen realidades distintas a las hegemónicas (ancladas en relaciones sociales heterogéneas frente a la homogeneidad sistémica), que abarcan todos los aspectos de la vida, desde la sobrevivencia hasta la educación y la salud. Esto ha sido posible porque los pueblos organizados han recuperado tierras y espacios y en ellos se han territorializado, que es una de las principales diferencias respecto a lo que sucede en otras partes del mundo y de modo muy particular en el Norte.
“Nuestro mundo”, el mundo desde el que hablamos/sentimos/escribimos, ha crecido y se ha expandido de forma notable en las últimas décadas. Parece necesario iluminarlo, hacerlo visible para entender desde dónde hacemos y desde qué lugares estamos transformando el mundo.