El imperialismo ha surgido como desarrollo y continuación de las propiedades fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se transforma en imperialismo capitalista al llegar a un cierto grado muy alto de su desarrollo, cuando algunas de las propiedades del capitalismo han comenzado a convertirse en su antítesis. Lo que sucede en este proceso es la sustitución de la libre concurrencia capitalista por los monopolios capitalistas. La libre concurrencia es la principal propiedad del capitalismo y de la producción de mercancías en general; el monopolio se halla en oposición directa con la libre concurrencia, pero esta última se ha transformado en monopolio, creando la gran producción, eliminando la pequeña, llevando la concentración de la producción y del capital hasta el punto tal que de su seno surge el monopolio: carteles, sindicatos, trusts, y, fusionándose con ellos, el capital de una docena escasa de bancos que manejan millones. Los monopolios que se derivan de la libre concurrencia no la eliminan sino que existen por encima y al lado de ella, engendrando contradicciones.