El territorio de la obra de Virginia Woolf es rico y plural. Su novela Las olas, en particular, despierta profundos goces estéticos mediante la utilización experimental de elementos poético-narrativos, desde la cadencia y el ritmo, hasta las imágenes y el juego de voces de los hablantes. La escritura de Woolf, sin duda, nos regala el goce de nuestro pacto con las palabras, aquellas que enmascaran significados inesperados, poniendo en crisis nuestra relación con el lenguaje.