Desde el mismo día del golpe militar en Chile, el poeta Jaime Quezada registra el acontecercotidiano, un invaluable documento de la atmósfera de peligro, dolor y angustia de ese año:“A no más de 150 metros repetidos tiros de fusil-ametralladora rompen la noche y mi quietud-inquietudhogareña. Disparan como si estuviéramos en los días inmediatos al 11 de Septiembre. Tengo la muerte a un ladode la mesa del comedor y al otro, la vida. Es aún demasiado temprano para el toque de queda.”“Anoto un comentario de la situación del país que hace Nicanor en su casa de La Reina, cuandolo visité ayer domingo: Yo tengo este esquema, Jaime: Lo peor de lo peor es Hitler, Stalin, Mussolini, la viejaDerecha chilena. Yo creo que vamos a volver a esto último. Entre los cuatro males, es el mal peor. ““A riesgo de que caiga sobre mí la manu militari en el momento menos pensado, acojo el urgente favor queme pide la escritora amiga: que le guarde una carpeta con algunos papeles manuscritos de Pablo Neruda. El asunto escomprometedor. Pero el cartapacio no es para ponerse nervioso, pues se trata de papeles diversos de Neruda, escritosde su puño y letra, con tinta verde, y que no dicen relación alguna con asuntos políticos ni contingentes.”“Estos y otros libros de materias y atmósferas similares, iba yo retirando de mis estantitos con manotemblorosa, durante la tarde de ayer. Y sin saber qué iba hacer con ellos, aunque sabía perfectamente qué ibahacer con ellos. Esas obras muy leídas y queridas por mí, iban ahora a la llama y a la ceniza y al fuego eterno.”“Un hecho vitalísimo e importante que me traen las circunstancias, o el azar si se quiere: Estoy leyendoConfieso que he vivido, las memorias de Pablo Neruda. ¿Cómo llegó este póstumo y clandestino libro a mismanos? Otro día lo revelaré.”“Le escucho a Enrique Lihn esta lapidaria opinión: Los poetas jóvenes, siguen abandonando el país paraformarse en otras tierras con menos problemas y más estímulos. Creo que me gustaría seguir su ejemplo.