¿Está la democracia en crisis, sitiada, secuestrada, en retroceso? ¿O está, por el contrario, salvando puntuales achaques, más viva, aceptada y reivindicada que nunca? Cuando se repasan los diagnósticos actuales, suele prevalecer la mirada pesimista; se diría que, ni fría ni caliente, la democracia está a 0 grados. Sin embargo, al mismo tiempo, se muestra sólida como ideal, como idea rectora desde la que avaluar nuestros órdenes políticos. A menudo adjetivada —deliberativa, discursiva, real, monitorizada, etc.—, opera incluso como un patrón normativo desde el que revisar su modelo más institucionalizado, el representativo liberal, y ni siquiera sus más encendidos opositores suelen renunciar al lenguaje de la democracia.
Este trabajo colectivo constituye una exploración de esa tensión paradójica entre declive y prestigio simultáneos. Para ello, enmarcamos a nivel teórico y conceptual el debate actual sobre la democracia, y lo analizamos in media res: ¿qué retos expresan los conflictos abiertos y los actores sociopolíticos emergentes, en sus discursos y reivindicaciones, en las señales de alarma que encarnan? Atendiendo especialmente a las demandas de más democracia, y no menos, recorremos ese desafío, teórico y práctico a la vez, en el que tanto nos jugamos.