Aunque ya han transcurrido más de treinta años desde la muerte de Foucault, la discusión acerca del lugar que se le atribuye dentro de las humanidades en general, y en particular dentro de la filosofía, es todavía una cuestión abierta. Si bien la producción editorial en torno a su figura alcanza hoy niveles masivos, este fenómeno es proporcional a la dificultad de clasificar su empresa. Foucault se encuentra desparramado en el paisaje intelectual de nuestra época bien lejos de los ejercicios tradicionales de la filosofía. Y aunque el mismo autor fomentó esa suerte de ambigüedad, igualmente su trayectoria deja escapar una pista importante: es una aproximación a la historia lo que le permite esa libertad de desplazamiento. De este modo, Foucault elabora un trabajo híbrido que transita entre la filosofía y la historia: una filosofía que se expresa históricamente y una historia cuya pretensión es filosófica. Esta inspiración convierte a Foucault en ese pensador que atraviesa las fronteras del saber de modo ilegal, sin declarar su filiación ni arraigarse en la autoridad de una disciplina.
Dicha oscilación entre filosofía e historia es la que motiva este libro. Quisiéramos indagar por el lugar de la historia en Foucault y bosquejar los rasgos fundamentales de un ejercicio filosófico que nos aleja del cómodo parecido entre los pensamientos contemporáneos y los pretéritos: ese presente preparado ya en las ilusiones de un ayer que lo habría profetizado. Por el contrario, el filosofar histórico trae noticias de una falla al interior de la racionalidad que hunde al hombre en la finitud de la historia y que da paso a combinaciones mudas del ver, el decir y el pensar aparecidas en el escenario de un tiempo siempre singular.