A la vez fascinado y asqueado por la forma teatral, a la que calificaba de “pérfida, repugnante, incómoda, rígida y obsoleta”, Wutold Gombrowicz escribió sin embargo tres obras de teatro en fechas de cambios esenciales en su vida:
Varsovia, 1938: Yvonne, princesa de Borgoña, su primera obra escrita después de los relatos de Memorias del tiempo de la inmadurez, parodia Shakespeareana que contiene ya su obsesión por la “anarquía ilimitada de la forma”.
Buenos Aires, 1948: El casamiento, su Missa solemnis de la iglesia interhumana, texto fundador de su regreso a la literatura después de la guerra.
Vence, 1966: Opereta, su última obra, culminación estilizada de sus temas capitales de la forma y la inmadurez. “¡Bienvenida seas, oh, desnudez, eternamente joven! ¡Oh, desnudez, eternamente joven, bienvenida!”