El mapuzungun, la memoria de su tribu y la cosmovisión de su pueblo se integran en una obra que es, ante todo, poesía. En esa poesía aparece un hablante que se plantea una relación con la naturaleza por completo distinta a la segregación típica con que opera el hombre moderno occidental. En la poesía de Lienlaf sorprende, así, un sujeto que mantiene con los senderos, las montañas, la tierra, la lluvia, la luz, ciertos animales, el mar o los árboles una relación que, al contrario, es continuidad y no separación. Las imágenes poéticas que se construyen a partir de este punto de vista son luminosas, remueven recuerdos perdidos, señalan una pérdida y una esperanza.