Como una especie de metástasis, los racismos parecen proliferar simultáneamente y en diversos lugares. Pero esta simultaneidad que sin duda, al menos en parte, podemos atribuir a la globalización, es también la reactivación de tendencias que, antes arrinconadas, hoy por hoy disputan la representación y hasta acceden al poder. En la medida en que las sociedades llamadas democráticas no parecen poder contener a estas fuerzas, los peores recuerdos del siglo XX se ciernen sobre este siglo que comienza.