La apuesta que dio origen a este libro parte de una premisa bella y audaz: «todo estudiante es capaz de hacer cine». Esto significa «actuar creativa y críticamente con la cámara», es decir, diseñar modos de mostrar lo real en una pantalla y compartirlo; en suma, descubrir e interrogar lo que existe, inventando el mundo con el cine. Se trata, después de todo, de tomar en serio la posibilidad de que el cine piense el mundo y, en particular, esa institución básica de nuestra sociedad que es la escuela.