«Si el tema del libro es el destino del arte en el siglo XIX, ese destino sólo tiene algo que decirnos porque está contenido en el tictac de un reloj cuya hora ha sonado por primera vez sólo para nuestros oídos. Quiero decir con ello que la hora fatal del arte ha sonado para nosotros, y he fijado su marca en una serie de reflexiones pasajeras que llevan el siguiente título: “La obra de arte en la época de su reproducción mecánica”. Esas reflexiones tratan de dar una forma verdaderamente actual a los problemas de la teoría estética, y ello, desde adentro, evitando toda relación no mediatizada con la política». Desmembrada por los dos polos de una dialectización «fallida» entre dos dialécticas (la de la obra de arte autónoma, la del arte consumible), es evidente, sin embargo, que la problemática del artículo se abre al debate contemporáneo, que ha reformulado bajo otra luz esa comprobación de una discrepancia.