“De un momento a otro, Chile despertó: los estudiantes otra vez visibilizan las injusticias sociales que vive el país, su gente salió a las calles a protestar por dignidad, justicia y equidad. La violencia estatal, ejercida por los militares y la policía era evidente: los manifestantes sufren daños oculares, la policía viola, tortura y asesina. Un gobierno intolerable y prepotente, muy provocador, inunda los medios. ¿Qué venía entonces?, la impunidad en todo su esplendor, los medios en los bolsillos de la hipocresía, la sociedad civil está siendo violentada y agredida por las autoridades. Me hervía la cabeza. ¿Cómo hacer algo? ¿Cómo ocupar esta energía incontrolable? Me sentía muy violentado. «La xilografía» resonaba en mi cabeza, «la xilografía», me decía a mí mismo. Una vez más el grabado me inundaba las venas. De pronto cristalizó y me hizo sentido: era el momento de realizar «liras populares», dejar un registro de este sentimiento profundo, colectivo, poético y concreto, en una oralidad viva, de un momento histórico.”