Rubel se consagró a construir un Marx anti-stalinista y anti-bolchevique. Además, su pretensión de que el impulso de Marx hacia las ideas que adoptó no surgió, precisamente, de algún descubrimiento científico, sino ético, le da a su interpretación un sesgo no anti-científico pero sí anti-cientificista. Hipótesis que Rubel intenta probar negando toda cesura entre el autor de El capital y el de los Manuscritos de París, enfrentamiento necesario con un Althusser al que, sin embargo, se apoya implícitamente al rechazar la filiación hegeliana de su biografiado. Como colofón de todo el edificio, concluye que Marx era, en realidad, anarquista. Podrá decirse cualquier cosa sobre esta lectura del fundador del socialismo científico, menos que no es original…