De Hegel a la velocidad de la luz traza una línea imaginaria entre un mundo que se movía a 5 kms/h, vivía en entornos reducidos y viajaba penosamente, y por la otra parte nosotros, que manejamos información de cualquier sitio instantáneamente, sin tener siquiera que movernos, dos mundos sin contacto recíproco. Vivimos sometidos a una presión aceleradora. Bajo el urgente deber de acumulación universal, el "consumo" individual es en realidad "pro-sumo": cuando el simple hecho de usar el móvil le genera beneficio a alguna Big Tech, es que el consumo se ha convertido él mismo en "pro-ducción". Jonás es el vientre de la ballena. También por eso nos debe de ser más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Entonces, ¿dónde ha quedado el "deber" ético kantiano? ¿En la subjetividad ya desaparecida del mundo pasado?