La poesía de Extranjería nos aproxima a ese estado límite entre el territorio, el no lugar, el viaje físico pero también existencial de quien se encuentra “en el afuera”. Como una bitácora, se van articulando los fragmentos de esta migración literaria, dejando entrever, junto a y más allá de la nostalgia pura, el paso del tiempo, el cuerpo y su muerte.
«A veces, entre tanta calle, tantos malos sueños, tanta melancolía retorcida; a veces, entre tanto sentir, tanto razonar, tanto recordar, tanto indecidirme de todo, tanto pensar en Usted (en él, en ellos) desdibujado; a veces: todas mis multitudes se detienen, se callan, despiertan de su histeria estresante y vacía. Y escucho aquel sonido irreal. La propia naturaleza, la intimidad orgánica, que se desliza por los oídos como el fluido tibio de nuestro reflejo»