«La civilización nos ha definido como inferiores, la Iglesia nos ha llamado sexo, el psicoanálisis nos ha traicionado, el marxismo nos ha vendido a una revolución hipotética.
Exigimos referencias de los milenios de pensamiento filosófico durante los cuales se ha teorizado sobre la inferioridad de la mujer.
Consideramos responsables de las grandes humillaciones que nos ha impuesto el mundo patriarcal a los pensadores: ellos son quienes han mantenido el principio de la mujer como ser accesorio para la reproducción de la humanidad, vínculo con la divinidad o umbral del mundo animal; esfera privada y pietas. Ellos han justificado en la metafísica lo que en la vida de la mujer había de injusto y atroz.
La dialéctica amo-esclavo es un arreglo de cuentas entre colectividades de hombres: no preveía la liberación de la mujer, la gran oprimida de la civilización patriarcal.