El problema estratégico de la sociedad chilena radica hoy en la necesidad / posibilidad de instalar y fomentar sistemas y culturas de participación ciudadana, lo que se conecta, obviamente, con la posibilidad de profundizar la democracia y devolver crecientes cuotas de poder a la sociedad civil. La pérdida histórica de la “cultura participativa” en Chile ha generado un gran vacío cívico que no es ni será posible llenar con segmentados esfuerzos de seis o cuatro años, porque más que una política gubernamental, es una tarea ciudadana que requerirá del ejercicio de su soberanía, de una ampliación del conocimiento existente sobre historia local, municipio y el ejercicio directo de esta soberanía ciudadana.