Vida y obra forman en Rafael Alberti (1902-1999) una indisoluble y correlativa unidad que impide que cualquiera de ellas pueda desvincularse de la otra. Entre la elegía y la canción, y siempre fiel a sí mismo y al paso de la historia, Alberti es un compendio de las corrientes y de los movimientos literarios que ha ido generando el siglo XX. Contribuyó al neopopularismo con Marinero en tierra; fundió gongorismo y ultraísmo en Cal y canto; se asomó al surrealismo en Sobre los ángeles; puso los cimientos de la poesía cívica en su escritura en la calle; poetizó el cine y el billete de tranvía, el fútbol y los toros, el cuerpo femenino y la revolución; escribió la poesía más plática y compuso la pintura más poética; se adelantó ala poesía social y se acercó a la de la experiencia; hizo libros del material de su memoria y retornó a lo vivo lejano: a lo lejano azul. En definitiva, Rafael Alberti es el gran poeta-pintor del luminoso recuerdo del color: un poeta visual y gráfico, capaz de pulsar todas las formas, atravesar el remolino de los ismos y refundar y releer, desde una perspectiva propia, toda la tradición