Ana Frank era una niña cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Tuvo que vivir en un escondite durante más de dos años, dejando de hacer todo lo que hacía una niña de su edad. Su forma de sobreponerse a todo aquel horror fue escribir en un pequeño diario de color rojo. Además de detallar su día a día, en él abocaba una infatigable esperanza de que acabara la guerra y llegara la paz.