Žižek es quizá el filósofo más famoso de la actualidad, en buena medida debido a que su pensamiento es imposible de encasillar, no sólo por la impresionante multitud de disciplinas y referencias culturales que engloba y conecta, sino por la originalidad e irreverencia con que a menudo lo hace. En Acontecimiento, Žižek toma un concepto que damos por sentado, el diario acontecer de millones de sucesos, situaciones, pensamientos, emociones, etc., y nos muestra que el hecho de que algo acontezca, por ejemplo el mundo, no es tan trivial ni evidente como quizá nos parezca, ni tampoco lo es el orden a partir del cual se acomoda y se ordena.
Con su habitual capacidad para darle la vuelta a ideas claras y arraigadas en nuestra cultura –muestra, por ejemplo, a partir de Melancolía, de Lars Von Trier, que la idea del fin del mundo puede ser liberadora y creativa, o que las personas en estado de autismo absoluto, lejos de representar un estado de pensamiento cero, representan un estado de pensamiento puro, que a fuerza de estar encerradas en sí mismas no alcanzan siquiera a tener algo específico en lo que pensar–, Žižek señala que todo acontecer es azaroso, y que por tanto todo tipo de orden es una configuración específica, igual de arbitraria que cualquier otra, sin ningún valor en sí, más que como paliativo para tratar de orientar y dar sentido a las vidas de los miles de millones de personas que viven bajo su dominio.